Con la llegada del buen tiempo por fin podemos disfrutar del golf durante muchas más horas y con más comodidad por la buena temperatura. Sin embargo, debemos de convertir en un hábito la protección contra el sol desde ya, no hay que esperar al verano, ya que la piel debe de prepararse poco a poco a esas exposiciones prolongadas que recibiremos en junio, julio, agosto…
Aunque las recomendaciones son las de siempre, las que nos llevan repitiendo nuestras madres toda la vida, no está de más recordarlas y asumirlas como algo cada vez más importante, puesto que los rayos solares cada vez son más agresivos y las enfermedades cutáneas están muy presentes en la sociedad. Más allá de los temidos cánceres de piel, existen tratamientos para cualquier problema pero, si la prevención es tan simple como ponerse crema o usar una gorra, ¿para qué arriesgarse?
Junto a los palos y las bolas, en verano, la crema solar es el elemento indispensable cuando salgamos al campo. En realidad, es indispensable antes de salir al campo. Lo ideal es aplicarla unos veinte minutos antes de exponernos al sol y repetir la aplicación cada hora o dos horas. La frecuencia dependerá de la piel de cada uno, del factor que utilicemos (mínimo 30, o incluso 50), de la intensidad del sol ese día, de las horas de exposición que ya llevemos acumuladas y lo curtida que esté nuestra piel… Pero repetir la aplicación al menos dos veces más durante un partido es lo más recomendable.
También es importante darse crema en zonas como las orejas o la nuca, que son las grandes olvidadas y suelen sufrir quemaduras a lo largo del verano. Especialmente al patear, esas zonas están siempre expuestas por lo que su protección no es baladí. Lo damos por hecho pero ¡no olvidar piernas y brazos!
La gorra es otro “must” al jugar a golf en verano. La oferta de modelos y colores es infinita así que “no me queda bien” ya no es una razón, mientras que la protección que ofrece en días de sol y calor es clave. Además de protegernos la vista y la cara de la incidencia directa de los rayos solares, nos cubre la cabeza para evitar insolaciones. En este sentido, es preferible que el color de la gorra sea claro, porque retendrá menos temperatura, pero casi siempre es mejor llevar una gorra oscura que no llevar nada, especialmente cuando eres muy rubio, tienes poco pelo o muy fino.
Dado que el sol también afecta directamente a la visión, unas buenas gafas de sol siempre es una inversión recomendable. El calificativo “buenas” no es accesorio. Cuidar la vista es tan importante como cuidar la piel y, a día de hoy, la tecnología permite que las gafas de sol ayuden al jugador en su juego, no solo protegiéndole de las radiaciones, sino evitándole reflejos molestos y mejorando los colores a distancia para reconocer la bola. Las características de las gafas dependerán de las necesidades de cada uno, pero son un elemento que, si es de calidad, se convertirá en una inversión a largo plazo de la que no nos arrepentiremos, mientras que unas gafas de cualquier plástico con una mala lente nos pueden dañar la vista de forma grave.
Más allá de los accesorios, en la protección contra el sol la hidratación es esencial. Como ya explicamos en otro post, si tenemos sed ya es tarde, ya está comenzando la deshidratación, por lo que lo ideal es beber un poco en cada hoyo, aunque no tengamos sed. En verano esto es especialmente importante por las altas temperaturas y lo ideal es siempre agua o, en todo caso, bebidas isotónicas, pero los refrescos azucarados no son buena opción.
En definitiva, el golf es un deporte con muchos beneficios que se disfruta más con las temperaturas que llegan ahora y bañados por el sol, así que interiorizar estas precauciones nos ayudará a disfrutarlo en toda su esencia y evitar problemas como quemaduras, insolaciones o deshidrataciones, cuya importancia es relativa pero pueden amargarnos un perfecto día de juego.